CUANDO LA LECTURA TE SALVA (DE) LA VIDA
Muchacha con libro, Alexander Deineka (1934) Hace muy poco, en una de esas largas conversaciones que mantenemos, mi madre me dijo "¡Menos mal que estoy leyendo cosas maravillosas, me ayudan a llevar mejor el día a día!" Esto no debería ser excepcional, pero lo es porque hace relativamente poco que ha descubierto la lectura como placer. Mi madre pertenece a esa valiente generación de mujeres de la posguerra, esas que fueron condenadas a estar en casa porque sí. A cuidar de sus padres y hermanos sin más opciones Esas que fueron madres y esposas al cien por cien y nunca tuvieron sus momentos para ser simplemente mujer y vivir sus sueños o darse un capricho, por nimio que fuese. A muchas se les prohibía la lectura, pues era una pérdida de tiempo, debían dedicar su "tiempo libre", ese que les quedaba tras ocuparse de la casa, y de todos los que en ella vivían, a coser, bordar y el resto de actividades propias de su sexo. Mi madre se convirtió en la mejor